domingo, 2 de octubre de 2011

Puteríos.

"El modo de adquirir una buena reputación es esforzarse en ser lo que se desea parecer." ~ Sócrates.

A mi prima Marianela, que se recibió de abogada, así que sabrá de estas cosas...

A veces la remisería parece una telenovela.

Creo que pasa en todos los lugares de trabajo... Uno de repente se "cruza" con algún otro, y la máquina empieza a engranarse. Algunos, incluso, tienen largas historias de conflicto con otros. Y hay a quienes todas esas cosas les importan poco. Pero no por eso dejan de aparecer nombrados en comentarios insidiosos. Y cada tanto se permiten emitirlos.

Sí, la sal de cualquier trabajo, la madre del folclore y las anécdotas, son esas absurdas disputas nacidas del éter que han acabado, por ejemplo, con el gordo griego, pelado y puto que dijo la frase que encabeza nuestra crónica de hoy.

Porque a Sócrates, es sabido, lo mataron los puteríos: Las boludeces insignificantes que uno dice (o hace, también hay puteríos "en acto", que son fruto de la acumulación desmedida de energía mierdética hacia alguien) a o con respecto a otro, porque está enojado ¡y a veces ni siquiera lo sabe!

¿Serán los puteríos una forma de entretenimiento negativa surgida del peso de vender la fuerza de trabajo a un proyecto alienante que sentimos nos impide realizar nuestro potencial creativo?

Ayer viví uno de esos emocionantes acontecimientos... Yo venía pensando en otra cosa y alguien (no viene al caso quién -díganme si no es bien de puterío esa aclaración, como que muchos la dicen con el siguiente tono: "No les digo quien porque me rompe tanto las pelotas que tarde o temprano te vas a dar cuenta y espero que termines odiándolo como hago yo"-) me pregunta "¿Estás enojado que no saludás?"; una manera de decir que intenta ser un chiste, aunque no suena amable. Entonces, habiendo notado que efectivamente estaba enojado, se lo hago saber, y el por qué.

Ahí empieza una de esas breves discusiones que se dan en esos ámbitos. Pero yo la verdad dejé de prestarle atención. Esas cosas siempre se resuelven, o quedan en el tintero hasta que alguien es asesinado en otra parte del mundo y nunca se entera que todo empezó por un puterío a miles de kilómetros (por eso es mejor ser cuidadosos). El asunto es que dejé de prestar atención porque estaba contento. Me alegré mucho cuando pude decir que estaba enojado a quien me había servido como excusa para ese enojo, totalmente mío.

Y es que si aceptamos que los humanos tenemos algo de espejos los unos de los otros, está bueno largar el enojo cuando uno lo tiene más o menos direccionadito, cuando está y es genuino... Así nos descubrimos y le damos al otro la oportunidad de verse reflejados; y así vamos intercambiando experiencias con los demás. ¡Díganme si no es divertido! Al menos hasta que te parten un fierro en la cabeza...

Y lo más gracioso es que la excusa siempre es un detalle menor. Muchas personas que conozco se acuerdan bastante más de la sensación de "asco", "rechazo" o "pelotudez mental" que le produce el otro, que de cuál fue el evento desencadenante de tan nefastas emociones. Y si vamos un poquito más profundo, el "otro" (el objetivo) también es un detalle menor. Esas cosas ni siquiera suelen ser personales... Sin exagerar, creo que el 99% de esos enojos se generan en lo más íntimo de nuestro ser... y suelen ser enojos con uno mismo.

En definitiva, enójese, diga lo que tenga que decir, forree y putee; es un juego entretenido. Pero, por favor, trate de no hacer puterío: Sinceramente, dudo que sea bueno para usted, pero lo más importante es que... rompe mucho las pelotas.

Que tengas un buen día, y, si tenés algo que decir, sabés muy bien dónde te podés ir (¡a dejar un comentario haciendo click acá abajo en "pasajeros charletas"!).