Living Room. (Gracias María Sol) |
Hacía varias noches que no salía. Alguna vez me encontré muy cansado (prefiero manejar despierto). Otra me quedé sin embrague y hubo que esperar que el arreglista lo regulase, y entonces hubo que ir a comer con los demás remiseros a la casa de "el flaco". Otra noche hubo otras cosas que hacer. Otra decidí salir a divertirme. Pero creo que todas esas eran excusas para escaparme de una sola cosa: El frío de estas noches.
Hoy un señor de cierta edad me decía que cuando era joven prefería el verano, pero ahora ya no, porque en verano te cortan la luz y no sabés qué hacer con el calor, tenés que andar comiendo livianito, y alguna que otra cosa más. En vez de eso, en invierno te tapás con mil frazadas, te abrigás con mucha ropa, y listo; y además podés comer cualquier barbaridad. Quizá no sea el caso del muchacho de la foto...
Cuando estás en un auto también se complica. Más si no hay trabajo y querés dormir. En marcha te bancás el ruido horrible del viejo motorcito de la calefacción. Pero cuando lo parás, como decía otro remisero, "las chapas se enfrían". Y uno envuelto en chapas frías siente cómo la carne pareciera endurecerse. Cómo la sangre circula despacito. En una estación de servicios o frente a la casa de algún amigo (un lugar cómodo por la costumbre, y sin la terrible luz fluorescente de las estaciones). El asiento reclinado al máximo. Todo el abrigo puesto y el cuerpo hecho un bollito. Así se puede llegar a dormir un poco.
Siempre atento al handy que puede gritar "media-media" en cualquier momento, y hacerte saltar al trabajo.
Es genial cómo el cerebro se acostumbra a una radio que habla seguido, cómo entiende que se puede dormir con eso sonando, y cómo te despierta cuando escucha tu número de móvil. Es como cuando te llaman entre el ruido de la calle y vos escuchás algo parecido a tu nombre, te das vuelta y te parece un milagro que efectivamente te estaban llamando.
Pero por ahí te quedás sin batería en la radio. Seguís durmiendo. Y te despertás al borde del congelamiento...
Moraleja: Elegí atentamente en qué condiciones vas a dormirte.
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